Tutorial
Primero, elija cautelosamente su trabajo favorito -dentro de lo legal- el que más placer, satisfacción y en definitiva autorrealización le provoque, vale destacar el término "trabajo". Esta es una de las tareas más importantes y dependiendo del nivel de afinidad que tenga con esta profesión dependerá el éxito del tutorial (frustración absoluta).
Segundo, consiga un trabajo en que le permitan hacer eso y le den dinero a cambio. Cree gradualmente dependencia de ese sueldo.
Tercero, trate de cubrir su tiempo libre. Si sigue teniéndolo, anótese en actividades extra afines al empleo elegido, una carrera profesional. Lo importante es que elija lo que le gusta. Por ejemplo: consiga un título universitario concurriendo a una facultad.
Cuarto, espere -otro punto vital del procedimiento- sea paciente que el resultado está por venir.
Último, usted comenzará a sentir frustación, quizá no lo note directamente, pero varios síntomas aparecerán para ayudar al autodiagnóstico. Algunos síntomas son: cansancio notable, desinterés, búsqueda de alternativas, desacuerdo, desmotivación y tristeza.
Hoy me puse a pensar. ¿Qué habrá pasado? ¿Cuándo dejé de sentir esa sensación (el placer de hacer mi trabajo)?
Cuando empecé a trabajar, no podía creer que me pagaran por hacer eso. Vale dejar bien claro: después me acostumbré a eso. Pero la cuestión es que daba todo de mí, profundizaba en donde podía, siempre con actitud positiva. Lo único que degradaba esta condición era tener que perder tiempo yendo a la universidad.
Con el tiempo me fuí chocando con el fracaso. Por un lado, lo que hacía no funcionaba, o funcionaba pero no hacía lo que la gente quería y en el peor de los casos, lo hacía pero aparte de mí nadie lo sabía. De a poco me fuí sometiendo a responsabilizar a quien me pedía las cosas, llegando hasta el punto en que no me interesaba lo que hacía mientras me pagaran. Lo querés así, lo tenés así.
Después de muchos años llegué a una necesidad de empezar de cero, predando comienzos, para no tener que lidiar con aquello de antes. Sin embargo, tarde o temprano la situación se convertía en la anterior, responsabilizaba al que pedía modificaciones y perdía todo el interés.
Hablando con un colega me ví a mi mismo en él, frustrado, diciéndome esto. Como pudrirse de lo que hacías con ganas.
Ultimamente, descubrí que puedo seguir haciendo lo que quiero de alguna manera, aunque no siento ese mismo placer de antes, posiblemente, el mismo exacto no sea nunca.
Primero, elija cautelosamente su trabajo favorito -dentro de lo legal- el que más placer, satisfacción y en definitiva autorrealización le provoque, vale destacar el término "trabajo". Esta es una de las tareas más importantes y dependiendo del nivel de afinidad que tenga con esta profesión dependerá el éxito del tutorial (frustración absoluta).
Segundo, consiga un trabajo en que le permitan hacer eso y le den dinero a cambio. Cree gradualmente dependencia de ese sueldo.
Tercero, trate de cubrir su tiempo libre. Si sigue teniéndolo, anótese en actividades extra afines al empleo elegido, una carrera profesional. Lo importante es que elija lo que le gusta. Por ejemplo: consiga un título universitario concurriendo a una facultad.
Cuarto, espere -otro punto vital del procedimiento- sea paciente que el resultado está por venir.
Último, usted comenzará a sentir frustación, quizá no lo note directamente, pero varios síntomas aparecerán para ayudar al autodiagnóstico. Algunos síntomas son: cansancio notable, desinterés, búsqueda de alternativas, desacuerdo, desmotivación y tristeza.
Hoy me puse a pensar. ¿Qué habrá pasado? ¿Cuándo dejé de sentir esa sensación (el placer de hacer mi trabajo)?
Cuando empecé a trabajar, no podía creer que me pagaran por hacer eso. Vale dejar bien claro: después me acostumbré a eso. Pero la cuestión es que daba todo de mí, profundizaba en donde podía, siempre con actitud positiva. Lo único que degradaba esta condición era tener que perder tiempo yendo a la universidad.
Con el tiempo me fuí chocando con el fracaso. Por un lado, lo que hacía no funcionaba, o funcionaba pero no hacía lo que la gente quería y en el peor de los casos, lo hacía pero aparte de mí nadie lo sabía. De a poco me fuí sometiendo a responsabilizar a quien me pedía las cosas, llegando hasta el punto en que no me interesaba lo que hacía mientras me pagaran. Lo querés así, lo tenés así.
Después de muchos años llegué a una necesidad de empezar de cero, predando comienzos, para no tener que lidiar con aquello de antes. Sin embargo, tarde o temprano la situación se convertía en la anterior, responsabilizaba al que pedía modificaciones y perdía todo el interés.
Hablando con un colega me ví a mi mismo en él, frustrado, diciéndome esto. Como pudrirse de lo que hacías con ganas.
Ultimamente, descubrí que puedo seguir haciendo lo que quiero de alguna manera, aunque no siento ese mismo placer de antes, posiblemente, el mismo exacto no sea nunca.
Comentarios
Publicar un comentario