Día negro desde las siete y media, un día típico para no vivir. Sí, el círculo se vuelve a cerrar y la angustia se vuelve a esparcir desde el centro, desde el núcleo mismo del alma (si es que la hay y si es que tengo una de esas), que vaya uno a saber donde se encuentra exactamente ese punto -quizá cada cual lo tiene en un lado distinto- pero es de ahí donde se empieza a sentir el líquido negro noscivo que recorre el cuerpo, llena las venas de dolor. Gracias por hacerme sentir así. La culpa no la tiene nadie, ni vos, ni yo, ni la familia, ni la sociedad, ni la cultura, ni la humanidad, ni Dios. Nunca la tiene nadie. Es simple, fuí concebido sensible para aprovechar el flagelo del alma, para experimentar los límites de la tolerancia al sufrimiento, la agonía de ser nada. Por pura casualidad, podría haber sido cualquier otra cosa. Simplemente debería aceptarme como soy, como quien se acepta un boludo, como quien se acepta un winner, como cual me acepto un nadie. Un vacío que repta en su ...
El punto en el cual lo hilarante se vuelve serio.