Fueron las últimas paralabras que escuché del anestesista el sábado pasado. Sin duda es muy potente lo que inyectan. Un auxiliar preguntó: -¿Sentís mareo? -No-: no sentía nada todavía y de golpe fue como estar ebrio, varios litros de cerveza. Luego dije: -ahora sí siento el mareo- y antes de desaparecer tiré un: -¡wow!-
El punto en el cual lo hilarante se vuelve serio.