Era una agradable noche de verano y disfrutaba descalzo de la brisa cerca del balcón. En algún momento sintió una picadura, ¿quizá de un mosquito? Le pareció raro el lugar que eligió el insecto -en la planta del pié- tan complicado y poco jugoso. 24 hs. La picazón era notable pero soportable. Podía caminar y caminó -demasiado- hasta que la picazón se convirtió en dolor. Ya no pudo apoyar el pié de manera normal. 48 hs. Caminar era un esfuerzo descomunal el sábado, se veía complicada la roncha justo debajo del talón. 72 hs. El helado que tomó el domingo no era lo suficientemente rico como para alegrarle el día. 120 hs. Un médico clínico le dijo que esperara 24hs, y le recetó unas pastillas. 121 hs. Un especialista le dijo que esperara 48hs, y le recetó otras pastillas. 124 hs. Compró y más tarde tomó las pastillas. 168 hs. Un médico le dijo que fuera al cirujano. 169 hs. Un cirujano le dijo que fuera a un traumatólogo. 170 hs. Un traumatólogo le dió turno para el quiró...
El punto en el cual lo hilarante se vuelve serio.