Imaginate caminando por un pasillo; al dar la vuelta en una esquina, el techo y el piso desaparecen, el pasillo continúa como una rejilla con un par de barandas, sin ningun soporte. Siendo todo metálico este se empieza a torcer por tu propio peso mientras avanzás al extremo, suponés encontrarte a cien metros altura desde tierra firme, pero cada paso te hace descender, inclinándote peligrosamente. En la próxima esquina sólo queda una baranda, la de tu derecha, a la izquierda está el vacío. La inestabilidad de la especie de puente por donde vás, no te da una buena sensación, no podés seguir por la inseguridad, esperás que algo te ayude. En ese momento aparece una cuerda, no encontrás el comienzo ni el fin, pero la tomás para tener más seguridad, ahora seguís tu camino junto con la cuerda que cae del cielo. El camino se tuerce tanto que terminás en una terraza de algún edicio. Dos personas conocidas te piden ir a buscar algo, porque la cuerda sigue tu voluntad, sube y te lleva a donde qu...
El punto en el cual lo hilarante se vuelve serio.